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El arte de poner limites sanos
El enojo y la agresión son normales en los chicos. Los especialistas aconsejan no suprimir los episodios de enojo porque, de lo contrario, estaríamos cercenando su imaginación y creatividad. Pero los chicos deben aprender cómo balancear sus propias necesidades con las necesidades de los otros. Aquí es donde entra en juego el difícil arte de poner límites sanos.
"Deberíamos poder enseñar a nuestros hijos cuándo los enojos son funcionales y cuándo no -sugiere Moreschi-. Para eso, tenemos que tener en claro qué actitud vamos a tomar frente a nuestros enojos, qué lugar vamos a ocupar en esta sociedad actual nociva, que fomenta la competencia, la rivalidad y el consumo."
¿Alguien se puso a pensar en la cantidad de chicos enojados que andan deprimidos, obsesos o insultando y pateando a maestros por ahí? ¿Cuántos de esos chicos son hijos de padres que viven enojados por el dinero que no alcanza, el éxito que no llega y las peleas por quién tiene o puede más? Una cosa no justifica la otra, pero ambas conviven bajo un mismo techo y una da espacio a la otra.
"El enojo es producto de una herencia genética combinada con una cultura familiar y social que determina -explica Hernández-. El que tiene tendencia a la hipoglucemia puede tener conductas agresivas. El que vive y crece en una casa donde el enojo es el contenido del discurso, es lógico que estemos frente a un sujeto enojado, agresivo, deprimido."
Se aconseja trabajar las emociones desde edad temprana. La familia es el primer encuentro con la forma de modelar y vincularse con las emociones. "Sería muy beneficioso, más allá del rol clave de la familia, implementar un plan de educación emocional en las escuelas primarias de manera de enseñar a trabajar activamente con las emociones, la frustración, la espera y demás", propone Moreschi.
La Comisión de Ohio, que trabaja en la resolución de conflictos familiares, aconseja, entre otras cosas:
· Deje que su hijo sepa que los sentimientos de enojo son normales.
· Nunca castigue a su hijo cuando usted está enojado. Esto les duele y les da miedo. Esto también les enseña que la violencia puede ser usada para resolver problemas.
· Deje que su hijo vea cómo usted, como adulto, controla su enojo. Dígale: "Yo estoy enojado ahora. Tengo que calmarme antes de hablar contigo sobre eso".
Los adolescentes son más susceptibles a expresar sentimientos de enojo y arranques de ira. Los cambios hormonales y la gran presión tienen un efecto significativo.
Conceptos para tener en cuenta
Lejos de dar consejos y hacer autoayuda, hay algunos conceptos prácticos sobre los que se puede reflexionar y seguir de cerca:
1. Aceptar que hay cosas que nos enojan.
2. Identificar y aceptar eso que nos enoja.
3. Trabajar con ese enojo que sentimos. .
4. Atreverse a decir que estamos enojados .
5. Expresar el enojo en palabras. Si no puede decirlo, escríbalo.
6. Resolver lo que nos enoja cuando estemos menos enojados.
7. No convertir el enojo en violencia.
8. Aprender a pedir perdón y a perdonar cuando el enojo fue exagerado.
9. No sentir culpa por el derecho que tenemos de estar enojados.
10. Consultar con un profesional apenas se crea que el enojo es incontrolable y que puede causar daño a uno mismo, a otras personas, animales o cosas.
Puede ser un propósito de verano, ejercitarnos un poco y así producir más
endorfinas, las hormonas de la felicidad. Dejemos para el “otro” la úlcera, el dolor de cabeza y el mal sabor de boca. Contemos del 1 al 10, mientras analizamos si en verdad vale la pena perder el control. Después de una sesión de respiraciones profundas nuestra mente se aclarará y encontraremos la solución. Y si no la hubiera ¿para qué hacernos daño a nosotros mismos?