Este artículo fue publicado en el blog del Dr. JAVIER AKERMAN
El budismo nos enseña que la libertad no debe
entenderse como “poder hacer lo que queremos”, sino “tener menos necesidad de
hacer por nosotros y más por los demás”. Este esfuerzo se convierte en “energía
gozosa” o "virya", que fecunda las situaciones y las enriquece.
Eduardo Velásquez, autor de un ensayo sobre el
budismo y la crisis económica, lo ha dejado muy claro. Sus sabias palabras deberían ser
meditadas por todos, incluidos los economistas que buscan una explicación-solución
a la crisis que estamos viviendo:
"Si pensamos que antes estábamos mejor,
estamos equivocados; estábamos peor; estábamos creando las causas que nos han
traído al presente. Si en diez años estamos mejor, es porque lo que hacemos hoy
es mejor de lo que hicimos hace diez años. Si no entendemos esto, si no
entendemos que la causa es más importante que el efecto, no podremos aprender
en forma inteligente. Para cambiar el efecto hay que cambiar la causa, hay que
entenderla. Tratar de cambiar el efecto, de curar el síntoma sin ver la
enfermedad, es no haber aprendido lo que hay que aprender. La sabiduría mundana
nos dice que para entender la historia debemos mirar el dinero, riqueza, la
economía; la sabiduría budista nos dice que debemos mirar el karma.
Un cambio en el sistema económico no cambia
necesariamente la dinámica de las relaciones humanas. De la misma forma debe
proceder el cambio, del nivel más sutil al más burdo, o de arriba hacia abajo,
si se quiere.
Si la conciencia en la clase “dirigente”, la clase
que genera las ideas, no cambia, no puede cambiar el campo en el que ella
ejerce su influencia, en el que dicta su ley. Mientras nuestras vidas estén
regidas por la ignorancia, por el deseo de alcanzar nuestra felicidad en forma
egoísta, no habrá sistema posible que haga verdadera justicia".
Pero no olvidemos algo importante: la clase
dirigente o política somos en realidad los que depositamos la papeleta en las
urnas.
Los políticos que nos representan tienen que ser
fieles notarios de nuestra soberana y democrática voluntad. Sus fallos son
nuestros fallos.
Nuestras voces son libres, incluso más allá de los
comicios electorales.
Hay que recuperar la solidaridad social, el
cooperativismo y el asociacionismo solidario, por encima de los rígidos modelos
que propugna el sistema capitalista anquilosado actual. Porque aunque defiendas
dicho sistema serás al final devorado por el padre que defiendes, como el
Saturno goyesco. Saturno/Crono se comía los hijos recién nacidos de Rea, su
mujer, por temor a ser destronado por uno de ellos.
Todos somos hijos de
Rea y no debemos dejarnos devorar por ese padre cruel y psicópata. ¿No ves que
ya te está comiendo la lengua, las manos y la dignidad?