Seguidores

18 julio 2022

LEANDRO Y EL ARREGLO DE LOS DURMIENTES ---- 1 -----

     Debajo de los viejos y gastados durmientes de apiñaban esos seres que sólo el hijo del ferroviario veía.

      Desde chiquito eran sus amigos. 

     Despierto en su cama él esperaba que pasara el primer tren de la mañana, entonces se levantaba, tomaba el desayuno y salía a “vagar por las vías” como decía su papá cuando lo veía alejarse.

     Cuando llegó vio grandes pilas de maderas nuevas. Ese día estaban cambiando los viejos durmientes por nuevos que resistirían tantos años como seguramente pasó con los viejos.

      Vio a los pequeños seres tratando de salvarse de martillazos, picos, palas y gruesas maderas cayendo pesadas y botas duras que pisaban aquí y allá sin que esos grandulones los vieran.

      Ante la impotencia de Leandro algunos eran aplastados. En un momento trató de acercarse pero solo lograba que los obreros interrumpieran su tarea para sacarlo del medio cosa que daba tiempo a los pequeños seres color marrón violáceo a buscar refugios más seguros.

      El pequeño quería ayudar a sus imperceptibles amiguitos pero los obreros lo apartaban malhumorados disimulando su disgusto, entonces se quedó quieto hasta que llegó la hora del almuerzo cuando todos se retiraron a comer.

     Sabía que sus padres se inquietarían pero decidió ayudarlos. Lo más difícil fue dar vuelta la carretilla porque estaba llena de pedruscos, estos servían para poner entre los durmientes o traviesas alineados perfectamente debajo de las vías.

     Con una tabla que encontró hizo un pequeño tobogán para poder transportarlos, así que apoyó la tabla firmemente en la tierra por un extremo y por el otro en la carretilla que usaban los obreros.

     A sus diminutos amigos les dio bastante trabajo subir por la cuesta que representaba el tablón, pero finalmente todos estuvieron ubicados dentro de la carretilla. Juntos eran como un ejército y los sonidos que emitían parecían más de enojo que de alegría. Leandro no sentía miedo, su temor era que los obreros los descubrieran y los mataran.

      Justo cuando los dejaba en una especie de cueva que había sido abandonada por algún animal, volvían los obreros y también su papá que estaba bastante enojado le dijo que fuera rápido a su casa…

-          Estuviste usando nuestra carretilla - Decían 

-          Y qué olor feo que hay - dijeron oliendo a Leandro…

-          No eres tú ¡qué raro! - 

     Leandro se fue cantando bajito y corriendo, por si las dudas. Se dio cuenta que tenía las manos color marrón violáceo y que sus zapatos también estaban algo violáceos, así que se lavó muy bien antes de entrar para comer.

     Su madre sonrió al ver que su hijo al fin se lavaba sin tener que mandarlo. Sirvió la sopa y le asombró que la comiera sin protestar. Primera vez que Leandro dijo que estaba muy rica y es que realmente lo pensaba de verdad, tanto ejercicio y ansiedad le había dado hambre.

     Todo le parecía maravilloso después de haber salvado a sus extraños amiguitos.

     Cuando terminaran los obreros iría hasta la cueva para ver si todo estaba en orden. Tendría qué pensar qué les daría de comer, pero eso lo haría cuando todos se fueran.

8 comentarios:

  1. Bonito relato, deberías de seguir con esta historia para saber que comida les lleva Leandro y que hacen sus amiguitos.Besicos

    ResponderBorrar
  2. CHARO: Jajaja... lo pensé, quedó inconcluso. Veo que haré. Estoy un poco remolona, parezco un coche que no arranca. Gracias por tu comentario. Beso grandote

    ResponderBorrar
  3. Me quedé con dudas de quiénes son...
    Besos.

    ResponderBorrar
  4. jajaja. Yo también pero me divertí junto a Leandro... Veremos que sucede o si queda librado a la imaginación del lector. Besos y gracias por venir

    ResponderBorrar
  5. Quedé con la duda de cuáles eran los amigos de Leandro

    ResponderBorrar
  6. ALÍ REYES: Qué tal amiga? Trataré de que se disipe esa duda jajaja... Besos y gracias por venir.

    ResponderBorrar
  7. No hay bien que por mal no venga. Y al final todos contentos, aunque cada uno por un motivo diferente. Te eché de menos.

    ResponderBorrar
  8. TAWAKI: Sé que estás muy liado y agradezco doblemente tu comentario. Un gran abrazo

    ResponderBorrar

Me alegra tu visita. Gracias.