Fue el mayor ícono del charango de la historia de la música popular argentina, el charango de Jaime Torres vibra en la inmensidad desde la Navidad...
El 24 de diciembre de 2018 a las 8.15 de la mañana falleció en la clínica del Dr. Favaloro.
Eligió un día muy significativo para dejarnos es por eso que no espero precisamente ese día para rendirle este homenaje.
Nació en San Miguel de Tucumán, Argentina el 21 de septiembre de 1938, también eligió un día especial para nacer pues aquí se celebra el día de la Primavera, pienso que por eso hay tanta alegría y fuerza en su música y hacer.
Jaime Torres y su mamá |
Fue discípulo del charanguista del altiplano Mauro Núñez. Imprimió color y brillo en las 12 cuerdas de sus charangos.
Su larga trayectoria se expandió en 1972 cuando fue parte con su conjunto de los filmes Argentínisima I y II al tocar en el teatro Colón y al viajar a Europa, donde seguiría volviendo a lo largo de más de cuarenta años.
En 1974 participó en la apertura del Mundial de Fútbol en alemania.
En 1975 siguiente ideó un certamen colectivo gratuito de músicos, poetas y trabajadores (labriegos, pastores, mineros y alfareros) que sigue latiendo hasta hoy en provincia: el "Tantanakuy" que quiere decir "encuentro" en Quechua.
En 1980 instauró el "Tantanakuy infantil", que abrió la participación de niños de distintas escuelas en la provincia de Jujuy.
Jaime Torres tocó con todos. Le puso su impronta a la célebre Misa Criolla compuesta en 1964 por Ariel Ramirez.
Con José Carreras |
Hizo la musicalización de la película "La deuda interna" que ganó el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín.
No podía tocar así de no haber vivenciado las altas alturas de Bolivia donde su padre, el ebanista Eduardo Torres, tras una infancia porteña, (así se llama a los que viven en la Capital: porteños) lo llevó a vivir de los 10 a los 15 años en Chumba chica, un pueblo rural de las afueras de Cochabamba.
"Conocer Bolivia me marcó profundamente. Si bien yo, a esa edad, ya habia percibido sus aromas, sus olores y sus lenguas a través de mis padres, era un niño de Buenos Aires que ni siquiera sabía que había nacido en Tucumán, porque me trajeron alos stres meses. Entonces, llegar a Bolivia y sobre todo al campo fue encontrarme en un país distinto y distante. Sorpresivo y nuevo. Me sirvió mucho, porque en la adolescencia uno descubre cosas bellísimas. Yo tuve que hacer un curso acelerado de quechua y aprender a nadar en las acequias. Y todas esas experiencias me sirvieron para la música. ¿Cómo olvidar las serenatas, las chicherías, las fiestas y el contacto con la gente del lugar?" Dijo en febrero de 2006.
“Yo vengo de la música de culturas que tienen que
ver íntimamente con los Andes. Muchas veces se habla de la monotonía rítmica de
esa música… el rasguido de un arriero, el sonido de la quena. Pero ese ritmo,
que parece aburrido, al final logra envolverte y ponerte en una situación
inesperada. Al momento de componer, me pasan imágenes de mi padre bailando en
pisos de tierra o de paisanos tocando. Quiero decir que esos grupos que
integran el sonido del charango a su música intuyen esta historia. Ver chaschás
o pezuñas en la banda de Eric Clapton es hermoso. Las músicas van y vienen,
porque el viento no es ladrón de nada”
Nutrió de sonidos telúricos el disco Folklore nueva dimensión..
Toda la obra musical de Jaime Torres es de una
inmensa belleza. De una inabarcable preciosura a escala regional, pero sobre
todo
planetaria y universal, como si su charango
mirara al mundo desde algún pico de Abra Pampa o de Villazón.
Jaime Torres y Paco de Lucía |
Fue así siempre,
Fue así desde su primer larga duración publicado en 1964 (Virtuosismo en charango); pasando
por Norte Arriba (1969)
y llegando hasta Altiplano,
grabado en 2008 junto a Magic Malik y Minino Garay. Pero hay dos trabajos de
cuyas mieles jamás podrán disfrutar los tibios. Uno es Jaime Torres y su gente,
excelente disco publicado en 1984, donde este charango antropomórfico la
descose a través de gemas como el anónimo boliviano “La diablada”, secundado
por el sikus de Tukuta Gordillo y la quena de Raúl Olarte; la “Ñaupa tiempo
jinan, tatay” (Como en los viejos tiempos, padre mío), alucinante milonga de
altura compuesta por el mismo Jaime, o una incomparable versión de “El día que
me quieras”, de Gardel-Le Pera. Y la otra, claro, es Electroplano.
Difícilmente –más bien nunca– la música de raíz folklórica argentina haya dado
una obra tan amigable con el futuro, proviniendo a la vez de un hondo pasado
ancestral. Ese era Jaime
https://consuladogeneraldebolivia.com.ar/discipulo-del-boliviano-mauro-nunez-murio-jaime-torres-el-mayor-icono-del-charango-en-la-argentina/