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15 abril 2014

EJERCICIOS NEURÓBICOS.


Las acciones rutinarias son tan automáticas en una persona que la mayoría de las acciones se realizan en gran medida de forma inconsciente. Tales acciones automatizadas o inconscientes requieren una menor actividad en el cerebro, y menos ejercicio. Con la ayuda de ejercicios neuróbicos, se afirma que se puede estimular el cerebro.

Un ejemplo de un ejercicio neuróbico es llevar a cabo acciones rutinarias, tales como marcar un número de teléfono o cepillarse los dientes con la mano no dominante. 

Cambiar de acera en el recorrido cotidiano e ir observando la acera de enfrente por la cual caminamos diariamente.

También se recomienda subir las escaleras con el pie contrario con el que iniciamos siempre la ascensión. Caminar hacia atrás observando la sensación que esto produce en nuestra vista y nuestros sentidos.

Ver la diferencia en atender el teléfono con el oído contrario, la relación, comodidad o incomodidad que produce tanto en la audición como en sostener con la otra mano el teléfono.

Mirar hacia atrás... siempre que su elasticidad se lo permita... por entre las piernas abiertas.

Recorrer la casa con los ojos cerrados utilizando el tacto para reconocer texturas. Palpar diferentes hojas de plantas o telas...

Sentir el gusto individual y sin cocción de hierbas como el perejil, albahaca, orégano, canela, jengibre, tomillo,  un grano de café, y si se atreven clavo de olor, masticando y reconociendo estos sabores y los que se le ocurran, sin tragarlos por si el estómago no los resiste...

Todo está emparentado con el cerebro...

La gimnasia cerebral ayuda a pensar y aprender y mantiene cuerpo/mente balanceadas. Las sensaciones, los movimientos, las emociones y las funciones del cerebro están fundadas en el cuerpo. El aprendizaje se encuentra tanto en el cuerpo como en la cabeza.



Cuando experimentamos con el oído, olfato, el gusto y el tacto recogemos la información necesaria para nuestros sentidos y así obtener un aprendizaje.

(Imágenes extraídas de Google)

05 abril 2014

EL LÍDER Y EL SENTIDO DE LA URGENCIA


 Tácticas para Incrementar el sentido de Urgencia.

 ENCONTRAR LA OPORTUNIDAD EN LA CRISIS.

Suele existir dos puntos de vista sobre la naturaleza de la crisis:

a)   Aquellos para los que la crisis son acontecimientos horribles, angustiosos y destructivos,

b)   Aquellos para los que la crisis constituye una “plataforma ardiente”, dado que cuando el fuego empieza a extenderse a su alrededor, todo el mundo se mueve, el status quo se elimina, y un nuevo comienzo es posible. En este sentido, por “plataforma ardiente” se entiende un estado de necesidad que predispone al cambio.

Evita la crisis y contrólalas, pero ¡ojo!...

Las organizaciones tienen dos maneras de controlar el comportamiento para evitar problemas menores o grandes crisis:

a)  La formal y rígida: Creación de estructuras, procesos, sistemas y reglas. Suele ser usada en las grandes empresas. Controles de calidad, presupuestarios, de procesos, de daños…. 

b)   La informal y flexible: a través de la influencia de los pares, atención de los jefes, y, sobre todo, cultura organizacional. Más típico de las empresas pequeñas.

Pero el problema al que tienden todos estos mecanismos de control, especialmente los formales, es que se pueden volver tan opresivo que anulen el espíritu empresarial así como dificultar, por su rigidez, la posibilidad de cambio.
También hacen que la mirada y los recursos se dispongan hacia adentro (reglas, leyes, normas se cumplan), y no hacia el exterior, con lo cual generan autocomplacencia (ya están los mecanismos funcionando luego la hacemos bien), que lleva de nuevo a enfocarse hacia adentro.

Usa la crisis para crear urgencia, pero ¡ojo!....

Lo habitual cuando se desencadena una crisis es que se desencadene un movimiento frenético que conlleva ansiedad, enojo y culpabilización del prójimo.

Se entra en un circulo viciosos de actividad y autodestrucción, cuando debiera ser todo lo contrario, un mensaje sencillo: “tenemos que actuar, y rápido. Culpar a los demás no nos llevara a ninguna parte. Si actuamos con inteligencia no solo podremos resolver la crisis inmediata, sino estar en condiciones de enfrentarnos a una competencia más fuerte y a acontecimientos turbulentos en el futuro”. Este es el tipo de mensaje que transmite la sensación de estar resuelto a actuar y ganar ahora. Y ese tono positivo y proactivo del mensaje convierte el enojo y la ansiedad a una sensación de necesidad de moverse rápido con audacia e inteligencia.

Los líderes con un auténtico sentido de urgencia no se dejan llevar por el pánico, y por ende, no empeoran la situación. No entran en la moda de administrar la crisis y ceder las riendas a los expertos en control de daños, pero tampoco suponen jamás que en las crisis hay una oportunidad garantizada.

Son conscientes de que la gente molesta, aterrorizada o temerosa puede crear el frenesí de actividad asociada con la falsa urgencia que puede empeorar la situación. De ahí la palabra posible, pero es una oportunidad posible que se busca agenciosamente.

A su vez, los líderes con verdadero sentido de urgencia son también conscientes de que el mayor problema está en el corazón, donde el miedo y el descontento pueden matar la esperanza y detener el surgimiento de un verdadero sentido de urgencia.

Gracias a que reconocen esto, suelen actuar con pasión, con convicción, con optimismo y con determinación férrea. Son plenamente conocedores de que las charlas analíticamente correctas, pero carentes de emotividad, no tienen éxito, y por ello no pierden el tiempo ofreciéndolas.

Toman medidas cuidadosas para convertir la ansiedad y el descontento inicial en determinación de actuar y ganar ahora, y medidas cuidadosas quiere decir prever cómo van a comportarse los otros, y diseñar planes cuyo objetivo sea desarrollar al máximo el sentido de urgencia.

Crea la crisis, pero...

Dentro de la lógica de las plataformas ardientes, si el devenir de los acontecimientos no crea una crisis, el líder con sentido de urgencia debe hacerlo. No hay que esperar. No hay que desear que ocurra. Hay que desarrollar una estrategia y actuar. Esta idea, puesta en práctica con entusiasmo pero a ciegas, no es sensata. Usada con criterio puede ser excepcional.

La crisis debe conllevar el fijarse metas ambiciosas, esto es, deben ser lo suficientemente altas para que no haya forma de cumplirlas si la gente actúa como si no pasase nada.

Los líderes que crean crisis para aumentar el sentido de urgencia, y que lo hacen con éxito, usan los mismos métodos que para el caso de la crisis sobrevenida. Piensan en oportunidades. Buscan aliados. Son proactivos y no dan por hecho que la crisis por sí sola, reducirá la autocomplacencia y propiciará la acción necesaria. Son conscientes del papel central y accionador de las emociones, no solo los pensamientos, y actúan en conformidad.

Y muy importante, las crisis creadas y que tienen éxito tienen que ver con problemas reales del negocio. No son estratagemas separadas de los verdaderos retos que el negocio enfrenta. Las estratagemas se usan porque son fáciles de crear, pero si no responden a necesidades reales del negocio, encauzarán mal  la energía y pueden hacer perder la confianza en el líder.

Conoce y evita los cuatro errores más peligrosos al utilizar la crisis.

Primer error grave.- Suponer que la crisis inevitablemente creará el sentido de urgencia que se necesita para mejorar. Sin la acción y la planeación necesaria para apalancar la crisis, la situación en vez de mejorar, probablemente empeore.

Segundo error grave.-Excederse en una estrategia que cree una reacción violenta porque la gente se sienta manipulada.

Tercer error grave.- Sentarse pasivamente a esperar la crisis. Una estrategia pasiva, confiada,  de sentarse a esperar,  falla.

Cuarto error grave.- Subestimar lo que las personas que están dispuestas a evitar la crisis a cualquier precio comprenden correctamente: la crisis puede traer desastre.

En resumen, la mejor evidencia de que disponemos hoy día nos dice que las crisis pueden usarse para crear verdadera urgencia si se siguen los siguientes principios:

1.       Siempre piensa en las crisis como oportunidades potenciales, y no solo como problemas horribles que automáticamente deben delegarse en especialistas en control de daños. La crisis puede ser una buena aliada.
2.        Jamás olvides que las crisis no reducen la autocomplacencia automáticamente. Las plataformas ardientes, si no se les hace seguimiento y no se las maneja bien, pueden ser desastrosas y conducir a que haya temor, enfado y culpa, y a que prospere el comportamiento activo, pero disfuncional, que se asocia con la falsa urgencia.
3.       Si vas a aprovechar una crisis para reducir la complacencia, asegúrate de que sea visible, inequívoca, tenga relación con problemas reales del mundo empresarial, y sea lo suficientemente importante como para requerir más que paños de agua tibia. No te dejes llevar por el impulso de minimizar u ocultar las malas noticias.
4.       Si vas a valerte de una crisis para reducir la autocomplacencia, sé excepcionalmente proactivo al evaluar cómo actuará la gente, al desarrollar planes específicos para la acción y al implementar rápidamente los planes.
5.       Los planes y las acciones siempre deben llegarles a los demás al corazón, tanto o más que a la mente. Actuar con pasión, convicción, optimismo, urgencia y una determinación férrea siempre logrará mejores resultados que enviar un memorando analíticamente brillante.
6.       Si el sentido de urgencia está bajo, jamás te sientes a esperar a que la crisis ocurra para resolver el problema, pues puede suceder que nunca llegue. Lleva el mundo exterior a la empresa. Actúa con urgencia cada día.
7.       Si estás pensando en crear una crisis para aumentar la urgencia, cuídate mucho de no perder el control y de que la gente vaya a pensar que les estás manipulando y poniéndoles en peligro, pues reaccionarán mal, y con toda razón.
8.       Si eres una persona de nivel medio o incluso más bajo en la organización y ves que una crisis puede convertirse en una oportunidad, identifica a algún superior accesible y de actitud abierta que pueda tomar las riendas, y luego trabaja con él.

·         Desde luego que tenemos que ser prudentes, pero en un mundo que cambia rápidamente, encontrar oportunidades en las crisis probablemente reduce el riesgo general.