No era tarea fácil imaginar qué comían esos extraños seres con ojitos a los costados, lomo violáceo y vientre marrón que se arrastraban entre los viejos durmientes.
Tenían varias patitas y las dos de atrás
tanto como las de adelante eran más gorditas y largas. Al principio Leandro
pensó que se trataba de orugas, tenía miedo de tocarlas pero estas no eran como
todas.
Conocía muy bien las picadoras que eran velludas,
alguna vez las tocó y supo del escozor que producían. Las comunes que estaban en la huerta de su
madre y en algunas del jardín.
Las venenosas no las conoció porque su
padre sabiendo cuánto les gustaban le advirtió seriamente que no tocara ninguna
especie ya que algunas atraían por su colorida vellocidad pero podían traerle
trágicas consecuencias y hasta se podía morir.
Éstas las rozó sin querer y viendo que no
“pasaba nada” se animó a más, además no eran velludas, eran lisas, eso sí no
las puso en el “frasco de las rarezas” que siempre llevaba.
Él hablaba y ellas levantaban sus ojitos
móviles, cosa que lo divertía mucho, parecía que lo comprendían.
Se durmió pensando que mañana les llevaría
una berenjena dado el color de su lomo, aunque por las dudas llevaría también
kiwi y papa por el color de su vientre. Los picaría o solo les llevaría las
cáscaras para que comieran más fácilmente.
Fue difícil levantarse, le dolían los
brazos por el salvataje del día anterior. Estuvo dando vueltas por la casa y
los cajones de verdura. Su madre lo miraba con curiosidad y él disimulaba lo
mejor que podía, porque su madre “siempre lo sabía todo”
Al fin puso todo en una bolsa y lo dejó en
la entrada. Luego de desayunar rápidamente cogió la bolsa y se fue “a vagar por
las vías” como decía su padre. Se dirigió a la cueva donde vio menos orugas de
las que había llevado con tanto esfuerzo mientras otras se dirigían en extraña
procesión, una detrás de la otra, hacia los durmientes. Puso lo que había
traído y se dedicó a mirarlas.
Ahora estaban a la vista de todos ya no
eran sus extraños seres, pero él igual les seguía hablando porque le llamaba la
atención que se arrastraran en perfecta fila hacia los durmientes.
Los obreros lo miraban de lejos extrañados
de que no estuviera corriendo y saltando por las vías, pero seguían en su
tarea. Hasta que llegó su padre…
Estuvo observando la obra y dando
indicaciones a los obreros y al fin se fue acercando a Leandro que seguía observando esos
seres que ya no eran extraños, sino que eran orugas violeta.
Hubo un gran silencio. Leandro todavía
tenía un poco de color en las manos y las escondía. El padre vio las cáscaras
de berenjena kiwi y papa que había traído su hijo.
- No
te preocupes hijo, ellas van en procesión a comer la madera de los durmientes –
- ¿Por qué papá? - preguntó Leandro no sin un poco de temor a
la reprimenda.
- Estas son orugas de la madera, son las
únicas orugas que verás de color violeta - explicó su padre, “que siempre lo
sabía todo”
Se quedó mirándolas y vio que era así. La
procesión seguía, muy alineadas unas detrás de otras hasta llegar hasta los
viejos durmientes.
El padre lo miró preocupado pero feliz de
que su hijo creciera en comprensión.
A Leandro le molestó que no fueran "sus" extraños seres, pero al fin se había desvelado el misterio.
Bueno se enteró quienes eran las orugas ahora seguro que seguirá la historia.Besicos
ResponderBorrarCHARO: No, creo que Leandro quedó satisfecho con la explicación de su padre y aprendió bastante. Ese es el final porque decidió dejarlas tranquilas y a su aire. jajajajaja... Te quiero. Gracias por venir
ResponderBorrarPor fin sabemos quienes eran esos seres. Gracias Rosa María. Abrazos desde Brasil
ResponderBorrarALI REYES: agradezco tu visita y tu comentario. Un gran abrazo
ResponderBorrarMuy interesante cuento. Deja una buena enseñanza. Saludos
ResponderBorrarFRASES BONITAS: Gracias! Un gran abrazo.
ResponderBorrarBueno, por fin supe que eran!!!!
ResponderBorrar:)
Besos.
TORO SALVAJE: Jajaja, nuestro Leandro crece y aprende. Besos
ResponderBorrar¡A la rica madera! Nunca la he probado y, quién sabe, quizás me esté perdiendo algo.
ResponderBorrarNo entiendo nada gracias besos
ResponderBorrarRECOMENZAR: JAJAJA... posiblemente no leíste la primera parte del cuento.Cariños
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