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28 julio 2022

LEANDRO Y EL ARREGLO DE LOS DURMIENTES ---- 2 -----

      No era tarea fácil imaginar qué comían esos extraños seres con ojitos a los costados, lomo violáceo y vientre marrón que se arrastraban entre los viejos durmientes.

     Tenían varias patitas y las dos de atrás tanto como las de adelante eran más gorditas y largas. Al principio Leandro pensó que se trataba de orugas, tenía miedo de tocarlas pero estas no eran como todas.

     Conocía muy bien las picadoras que eran velludas, alguna vez las tocó y supo del escozor que producían.  Las comunes que estaban en la huerta de su madre y en algunas del jardín.

     Las venenosas no las conoció porque su padre sabiendo cuánto les gustaban le advirtió seriamente que no tocara ninguna especie ya que algunas atraían por su colorida vellocidad pero podían traerle trágicas consecuencias y hasta se podía morir.

     Éstas las rozó sin querer y viendo que no “pasaba nada” se animó a más, además no eran velludas, eran lisas, eso sí no las puso en el “frasco de las rarezas” que siempre llevaba.

     Él hablaba y ellas levantaban sus ojitos móviles, cosa que lo divertía mucho, parecía que lo comprendían.  

     Se durmió pensando que mañana les llevaría una berenjena dado el color de su lomo, aunque por las dudas llevaría también kiwi y papa por el color de su vientre. Los picaría o solo les llevaría las cáscaras para que comieran más fácilmente.    

     Fue difícil levantarse, le dolían los brazos por el salvataje del día anterior. Estuvo dando vueltas por la casa y los cajones de verdura. Su madre lo miraba con curiosidad y él disimulaba lo mejor que podía, porque su madre “siempre lo sabía todo”

     Al fin puso todo en una bolsa y lo dejó en la entrada. Luego de desayunar rápidamente cogió la bolsa y se fue “a vagar por las vías” como decía su padre. Se dirigió a la cueva donde vio menos orugas de las que había llevado con tanto esfuerzo mientras otras se dirigían en extraña procesión, una detrás de la otra, hacia los durmientes. Puso lo que había traído y se dedicó a mirarlas.

     Ahora estaban a la vista de todos ya no eran sus extraños seres, pero él igual les seguía hablando porque le llamaba la atención que se arrastraran en perfecta fila hacia los durmientes.

     Los obreros lo miraban de lejos extrañados de que no estuviera corriendo y saltando por las vías, pero seguían en su tarea. Hasta que llegó su padre…

     Estuvo observando la obra y dando indicaciones a los obreros y al fin se fue acercando a Leandro que seguía observando esos seres que ya no eran extraños, sino que eran orugas violeta.

     Hubo un gran silencio. Leandro todavía tenía un poco de color en las manos y las escondía. El padre vio las cáscaras de berenjena kiwi y papa que había traído su hijo.

     - No te preocupes hijo, ellas van en procesión a comer la madera de los durmientes –

     - ¿Por qué papá?  - preguntó Leandro no sin un poco de temor a la reprimenda.

     - Estas son orugas de la madera, son las únicas orugas que verás de color violeta - explicó su padre, “que siempre lo sabía todo”  

     Se quedó mirándolas y vio que era así. La procesión seguía, muy alineadas unas detrás de otras hasta llegar hasta los viejos durmientes.

     El padre lo miró preocupado pero feliz de que su hijo creciera en comprensión.

     A Leandro le molestó que no fueran "sus" extraños seres, pero al fin se había desvelado el misterio.

     

18 julio 2022

LEANDRO Y EL ARREGLO DE LOS DURMIENTES ---- 1 -----

     Debajo de los viejos y gastados durmientes de apiñaban esos seres que sólo el hijo del ferroviario veía.

      Desde chiquito eran sus amigos. 

     Despierto en su cama él esperaba que pasara el primer tren de la mañana, entonces se levantaba, tomaba el desayuno y salía a “vagar por las vías” como decía su papá cuando lo veía alejarse.

     Cuando llegó vio grandes pilas de maderas nuevas. Ese día estaban cambiando los viejos durmientes por nuevos que resistirían tantos años como seguramente pasó con los viejos.

      Vio a los pequeños seres tratando de salvarse de martillazos, picos, palas y gruesas maderas cayendo pesadas y botas duras que pisaban aquí y allá sin que esos grandulones los vieran.

      Ante la impotencia de Leandro algunos eran aplastados. En un momento trató de acercarse pero solo lograba que los obreros interrumpieran su tarea para sacarlo del medio cosa que daba tiempo a los pequeños seres color marrón violáceo a buscar refugios más seguros.

      El pequeño quería ayudar a sus imperceptibles amiguitos pero los obreros lo apartaban malhumorados disimulando su disgusto, entonces se quedó quieto hasta que llegó la hora del almuerzo cuando todos se retiraron a comer.

     Sabía que sus padres se inquietarían pero decidió ayudarlos. Lo más difícil fue dar vuelta la carretilla porque estaba llena de pedruscos, estos servían para poner entre los durmientes o traviesas alineados perfectamente debajo de las vías.

     Con una tabla que encontró hizo un pequeño tobogán para poder transportarlos, así que apoyó la tabla firmemente en la tierra por un extremo y por el otro en la carretilla que usaban los obreros.

     A sus diminutos amigos les dio bastante trabajo subir por la cuesta que representaba el tablón, pero finalmente todos estuvieron ubicados dentro de la carretilla. Juntos eran como un ejército y los sonidos que emitían parecían más de enojo que de alegría. Leandro no sentía miedo, su temor era que los obreros los descubrieran y los mataran.

      Justo cuando los dejaba en una especie de cueva que había sido abandonada por algún animal, volvían los obreros y también su papá que estaba bastante enojado le dijo que fuera rápido a su casa…

-          Estuviste usando nuestra carretilla - Decían 

-          Y qué olor feo que hay - dijeron oliendo a Leandro…

-          No eres tú ¡qué raro! - 

     Leandro se fue cantando bajito y corriendo, por si las dudas. Se dio cuenta que tenía las manos color marrón violáceo y que sus zapatos también estaban algo violáceos, así que se lavó muy bien antes de entrar para comer.

     Su madre sonrió al ver que su hijo al fin se lavaba sin tener que mandarlo. Sirvió la sopa y le asombró que la comiera sin protestar. Primera vez que Leandro dijo que estaba muy rica y es que realmente lo pensaba de verdad, tanto ejercicio y ansiedad le había dado hambre.

     Todo le parecía maravilloso después de haber salvado a sus extraños amiguitos.

     Cuando terminaran los obreros iría hasta la cueva para ver si todo estaba en orden. Tendría qué pensar qué les daría de comer, pero eso lo haría cuando todos se fueran.

07 julio 2022

9 DE JULIO: DÍA DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA

 

          Una vez más evocando fiestas Patrias:

          Nada menos que un día histórico  para los argentinos: 

          9 de Julio de 1816 fecha en que se completó el proceso emancipador iniciado en 1810.

         El 25de Mayo de 1810 fue la llamada Revolución de Mayo. Ésta permitió la creación de nuestro primer Gobierno Patrio para la soberanía popular en esa fecha, dando lugar a que seis años después, se completara con el acta de la Independencia.


          Se concretó en la casa de Francisca Bazán de Laguna en San Miguel de Tucumán,  con la firma de 29 representantes de nuestro pueblo y se afirmó la voluntad “de ser una nación libre e independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli y de toda otra dominación extranjera”


          En aquel documento se encontraban comprendidos los actuales territorios de Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. También se debatieron la acuñación de una moneda y la demarcación de un límite provincial y la organización de un ejército.

          En 1816 otro hecho importante se sumó a esto: La organización del plan continental del General José de San Martín que consistía en buscar la libertad de tres países: Argentina, Chile y Perú.

          Aquí dejo el enlace  para el que quiera profundizar algo más.